Me dirijo a vosotros en esta noche calurosa, en que la gente que mola está en la calle, en los restaurantes, en las casetas, en los garitos, en las antros de moda dándolo todo mientras que vosotros (y por consiguiente, yo) os parapetáis tras la pantalla. Con una mano en el ratón y la otra en la polla. A veces ni eso. Los más tristes no tienen ni un gintonic muy frío que llevarse a la boca y beben cerveza rancia marca Leader Price o Paladín a la taza. Tú, que me lees, eres un fraca. Te cambiarías por la gente que ahora mismo va de un local a otro, o que está viajando a un lugar de puta madre, o que está follando con su novia como un señor. Tú, no. Tú tienes la tele de fondo, Henemijos Híntimos en el peor de los casos, dos pantallas abiertas en tu navegador (una de ellas con cerdadas) y, de las cinco mujeres que has visto en pelotas en tu vida, cuatro probablemente se apellidaban como tú ¿O tal vez no? Quizá te la suda la gente que se pone guapa para salir de fiesta, los locales de moda, ir de cena con amigos y/o tener una novia a quien regalarle cositas monas. Quizá no encajas en los cánones sociales y prefieres que un tipo de 43 años, barrigudo y con barba, a quien respetas como reputado máster del barrio, te llame para jugar una partida de Magic THE GATERING de la hostia en lugar de irte a una fiesta en una piscina llena de chatis, con toda esa gente frívola, de plástico y sin valores ni conversación.
Las reuniones multitudinarias de gilipollas bailando y los estupefacientes son lo normal, lo comunmente aceptable, lo socialmente correcto. Ahora mismo a bote pronto podría colgar videos de media centena de subnormales que lo demuestran. Danzan al son de un iphone con altavoces acoplados repitiendo el estribillo cansino en su acento aldeano y tabernario, enseñan el escote y llevan un cubata de plástico en la mano. Los cuelgan sin pudor alguno en sus facebooks, están ahí, no me lo invento. Es lo que la gente hace para divertirse. Y supongo también que la diferencia entre ser un top con glamour o un tirado cualquiera es si la compañía de juergas son una pléyade de siliconadas hasta el culo de coca y presentadores de la tele o cuatro aficionados del Real Valladolid.
Esto apesta a resentimiento, ¿verdad? El de alguien que se pudre en casa delante de unos apuntes garabateados. Ese soy yo a día de hoy. Pero y qué, este es mi blog, y digo lo que me sale del nurzo.
Mañana será otro día.