Eh Felipe, ahora bájate los pantalones, que te vamos a dar, pero bien. |
El Barça ganó ayer su cuarta (jijiji) Copa de Europa, derrotando por 3-1 al Manchester United, en lo que muchos calificaban en las horas previas como "la fiesta del fútbol". Para que nos hagamos una idea, un requisito imprescindible para que los periodistas deportivos de nuevo cuño califiquen algo como "fiesta del fútbol" es que el rival del Barça salga con dos puntas y regale el centro del campo en toda la segunda parte. Cuánto más fácil se lo pongas, mayor será la "fiesta del fútbol". Por eso Mourinho y su Madrid, que desconectaron (con once, se entiende) todo el entramado futbolístico del Barça a lo largo de los cuatro clásicos, son el "anti-fútbol" y la verguenza deportiva nacional. Al Barça hay que ponérselo fácil, hay que jugarles de tú a tú para que puedan pasarte por encima y para dar pie a los titulares de la mañana siguiente. Si se lo pones difícil, perpetrarás un grave atentado contra la armonía y el equilibrio entre el bien y el mal.
Dan ganas de reírse en la cara de aquellos que decían que este Manchester era mejor que el Cristiano y Tévez, con el fin básico de buscar una excusa para perpetrar una nueva ensalada de hostias contra el metrosexual de Madeira.
Con esta cuarta (jijijij) Copa de Europa, el Barça consigue ponerse (por fin) a la altura de los realmente grandes de Europa, con lo que ya tienen parche para muchos años, pero han conseguido algo mucho más importante, que mientras su afición berrea "Puta Espanya", un Borbón celebre sus goles. Es lo que tiene hacer bien las cosas dentro del campo y el tener un discurso futbolístico que hace que esas cosas no dejen de ser algo meramente anecdótico, secundario.
Nada se puede reprochar deportivamente o futbolísticamente al Barça, o al menos nada realmente grave o plausible. Han confiado en proyectos largos y han creído en la misma base de trabajo desde hace casi veinte años, sólo interrumpida momentáneamente para que el irredento héroe madridista Joan Gaspart dilapidara los 10.000 millones del traspaso de Figo en promesas como Geovanni o Rochemback, bloqueando los respiraderos de la cantera.
Pero en lo extra deportivo, el mensaje que se lanza al exterior es pura propaganda. Esos coletazos hablando de la humildad, de los mensajes en la camiseta, el "mes que un club", y los esfuerzos latentes por hacerse notar como el mascarón de proa de los nacionalismos más rancios. El Barça es, cada vez más, un instrumento político de tamaña magnitud, que empieza a resultar paradójico que gentes del resto de España se lancen a la calle portando esa camiseta, gentes que luego serán ninguneadas en los mensajes de navidad de presidentes y directivos. Ha calado ya un mensaje ajeno a lo deportivo, en el que el Barça es la multiculturalidad, el progresismo, la bondad, el amor y los valores trascendentales del ser humano, y aquello que contravenga sus dictados, es el enemigo, el rival, los de la reminiscencia franquista, la bandera del pollo, el anti-fútbol y los toros. Un mensaje cimentado sobre un castillo de arena, sobre decenas de mentiras e hipocresía, inexorablemente unido a los mártires políticos de décadas ha.
Y ha funcionado. Es el bien, contra el mal, el ying, contra el yang, y lo dicen aquellos con Unicef en el culo y Qatar en el corazón. El fútbol ya es lo de menos.
Lo dice el gran Redivivo:
Hablo con conocimiento de causa. Vivo en un barrio literalemente tomado por la morisma en la Comunidad de Madrid.. Cuando el Imperio Blanco ganó la Copa del Rey, cuatro petardos y dos bocinazos rompieron el silencio de la noche. Ayer en cambio, estaban los moros celebrando algo parecido a la conquista del Al-Andalus. Gritos, cohetes, coches a la carrera con bandera al viento, parecía un remedo de la fuente de Canaletas. La inmigración en masa se ha sumado al proyecto antiespañol y multicultural del Barcelona. El Madrid es el imperio, es de la banderas españolas, es el corazón de España, Meseta y tradición. Los blaugranas son los de las esteladas, los que pitan al Rey, los que ocultan la Bandera y silban el Himno Nacional.
Piedros por doquier, pero piedros democráticos, piedros con valores, humildes y progresistas.
Si el fútbol se ha convertido en esto, estamos de suerte, Teledeporte televista el basket.
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