Universos ParaLelos

Haciendo del universo un lugar más anodino desde 1988.

19 may 2011

ParaLelos

Nunca o casi nunca me había parado a pensar en el mundo que me rodea. Lo consideraba una tarea inútil, puro hastío, poco relevante y menos preocupante, como si el mundo exterior me pillara lejos, como si sólo fuera un todo que no influye para nada en mis tres comidas diarias. Y es agradable pensar así, casi divertido, despojado de toda perturbación, conservando la inoperancia mental de jardín de infancia. Bueno, quizá ahora no te preocupa tanto que algún niño cabrón espachurre tu nueva tabla de plastilina de veinticuatro colores, pero te preocupan cosas tan absurdamente banales como el número de rayas de jaco que ha succionado el tabique nasal parcheado de Belén Esteban.

Y aunque la vida es bella y simple siendo un niño grande con apego a Telecinco, llega el día en que se te olvida cambiar de canal cuando terminan Los Simpson (que curiosamente emiten en Antena 3), y entonces sucede... ¡el horror! Roberto Arce y Mónica Carillo, siempre con una sonrisa en la cara, te cuentan que estamos de mierda hasta el cuello y no hay escapatoria a tamaño destino...



Y entonces lo ves. Observas como las mujeres japonesas están en ciernes de empezar a parir niños radioactivos de tres pollas y cinco huevos, al tiempo que sus maridos aún se dedican a achicar el agua que todavía les llega por los tobillos. Observas como a Gadaffi ya no le sirve que sus hijos jueguen a la pelota en el Calcio para ser feliz, porque ahora sólo lo es tocando él las pelotas. Observas como la felicidad de la nación más poderosa de la Tierra está supeditada a conseguir meterle una bala en la cabeza a un miserable anciano que pasaba sus días viendo La Ruleta de la Suerte en una tele de siete pulgadas, rodeado de orines y calzoncillos viejos. Y lo que es peor, observas a las huestes de aficionados del Barça guanyar títulos con una mano, y salvar a los niños del Chad de un futuro de hambrunas con la otra, al menos hasta el año que viene, ahora que Mahoma les acaba de comprar la camiseta...

Y observando todo esto, Belén Esteban deja de tener gracia, y OT deja de dar pena (pero para dar lástima). Resulta que en este nuestro universo, la cosa consiste en sentarnos delante de la tele y dejar que ésta nos ofrezca un sabroso plato de mierda que devoramos gustosos, paladeando cada matiz de sabor, para después deglutirlo molestos y gritar al mundo que ya no somos la reserva espiritual de antaño y occidente.

Y yo no quiero ser diferente, quiero formar parte de este universo.

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